LIBROS DEL MISTERIO: BRUJAS (JUICIOS, TORTURAS Y EJECUCIONES)
Fromas de tortura de la Santa Inquisición para las brujas |
Por
Sergio Tenguán
La brujería ya era conocida y prohibida en
tiempos tan antiguos como los del Antiguo Testamento, ahí encontramos pasajes bíblicos que hacen referencia a la
bruja de Endor.
Cuenta la biblia que el rey Saúl, pese a
prohibir la brujería y expulsado a los adivinos del territorio de Israel, recurrió
a una bruja para que invocara a un muerto (Samuel).
Esto se debió a que el rey no podía
comunicarse con Yahve, ni por sueños, ni por medio de los profetas. La bruja, consiguió
hacer la invocación y Samuel reveló a Saúl que había perdido el favor de Dios,
que los filisteos ganarían la guerra, que el propio Saúl y sus hijos morirían y
que David sería el nuevo rey de Israel.
Ya en la Edad Media, siglos después de la
fundación de la Iglesia del Cristo, comenzarían las cazas de brujas. El ente
encargado de esta terrorífica tarea, fue un organismo judicial creado por el
pontificado con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas
culpables de herejía. ¿El nombre de este organismo judicial? La Santa
Inquisición.
Por sí mismos, los inquisidores no podían
pronunciar sentencias de muerte, pero podían entregar a los condenados a la jurisdicción
civil y solicitar su ejecución. Los tribunales civiles casi siempre aceptaban
la solicitud.
Los procesos civiles en esta materia seguían
diversas fases:
Acusación: al parecer todo se originaba por un largo periodo de rumores durante
el cual, vecinos y amigos se transmitían unos a otros sus sospechas de que tal
o cual individuo (casi siempre una mujer o un grupo de mujeres) llevaba a cabo
practicas satánicas. Luego venía la acusación formal, que se daba por una
persona cercana al sospechoso. Esta acusación muchas veces buscaba el beneficio
material inmediato, pero también el poder quedar ellos mismos libres de
sospecha.
Detención: tras la acusación el sospechoso era encerrado en una mazmorra o torre
a la espera de que las autoridades civiles se hicieran cargo de él.
Interrogatorio: comenzaba teniendo carácter amistoso, buscando que el acusado
confesara sus prácticas de brujería y se arrepintiera de su delito, esto
implicaba un menos severo, pero igual, duro castigo. De no darse la confesión
se le mostraban los instrumentos de tortura y se le explicaba cómo funcionaban.
Tortura: si el acusado seguía sin confesar, se pasaba a torturarlo, con lo
cual era muy difícil no obtener una confesión real o ficticia pues siempre la obtenían
aunque solo fuese para librarse del dolor.
Búsqueda
de pruebas: en el caso de las brujas las pruebas eran
muy variopintas, una de ellas era el “baño de la bruja”. En él la acusada
era arrojada a un pozo; si se hundía bajo el agua era inocente, pero si
flotaba, era prueba de que lo hacía por obra del demonio. Otra de las pruebas
se conocía como la “la marca del demonio”,
una especia de tercer pezón por el que se suponía que Satanás absorbía la
sangre de las brujas. Esa marca era, para desgracia de muchas acusadas, un
lunar algo abultado en cualquier lugar del cuerpo.
Segundo
interrogatorio: cuando el acusado era declarado culpable, ya
sea por las “pruebas” encontradas o por las “confesiones” arrancadas en base a
la tortura, se le sometía a un segundo interrogatorio, bajo tortura, para que
declarase los nombres de cómplices, brujos y brujas con los que se reunía.
Ajusticiamiento:
en el caso de brujería, la condena habitual era la muerte en la hoguera,
teniendo en cuenta que se trataba de morir quemado vivo en un acto público para
dar ejemplaridad al castigo. Hubo otros casos, regiones y tribunales en que se
optó por otros tipos de pena capital como la horca o la decapitación. Hubo
algunos casos en los que simplemente se confiscaron los bienes del acusado o se
le condenó a una pena carcelaria.
Número de personas ejecutadas por brujería |
LAS TORTURAS
En la imagen que se encuentra debajo del título
del artículo, se puede apreciar las tres formas de torturas preferidas por la inquisición,
debido principalmente a su efectividad a la hora de obtener confesiones. Me parece interesante
comentarles un poco sobre el funcionamiento de las mismas.
La primera de la izquierda se llamaba el
rodillo, mediante este artilugio se procedía muy lenta y continuamente
a descoyuntar los miembros del supuesto acusado, bruja o brujo. Por medio de
cuerdas y cadenas, el acusado era atado de piernas y brazos a un rodillo que
iba girando muy despacio para descoyuntar primero y finalmente arrancar después
las extremidades.
La imagen del medio pertenece a la
doncella de hierro, este instrumento tipo sarcófago egipcio, tenía en
su interior unas afiladas puntas que servían para perforar la piel de la
supuesta acusada, hiriéndola, pero sin llegar a matarla, logrando así que la
presunta bruja viviera varios días antes de morir desangrada, tiempo suficiente
para que delatara a sus compañeros.
La última imagen, tenía como nombre, la
sierra, esta tortura consistía en colocar al acusado cabeza hacia abajo
y con las piernas abiertas, encadenado o atado a una estructura tipo arco.
Entre las piernas, avanzaba lentamente una sierra que comenzaba a cortar desde
la ingle con dirección al pecho. La postura a la que se sometía al acusado, no
permitía que se desangrara rápidamente, al tiempo que garantizaba que la sangre
le siguiera llegando al cerebro hasta el mismo momento de la muerte. Se
aseguraba un sufrimiento más largo y se le daba más tiempo para la confesión o
la acusación de nuevos brujos o brujas.
Así se llevaban a cabo los procesos
judiciales más injustos y salvajes de toda la historia, tiempos en los cuales
la muerte representaba un entretenimiento morboso y retorcido, pero,
entretenimiento al fin y al cabo.
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